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Enfréntate a la crisis de 30 años, sin crisis

20 Febrero, 2024
Enfréntate a la crisis de 30 años, sin crisis

Llega un día en que te das cuenta de que esos dulces recuerdos de la infancia están más lejos en tu memoria. Y cuando recuerda su adolescencia, cuesta creer que tuvo el coraje de ir a ciertos lugares, usar cierta ropa e incluso hacer ciertas cosas.

Y, de repente, notas que tus veintitantos empiezan a extrañarte, incluso antes de que te quedes fuera. Así es como te das cuenta de que estás entrando en la crisis de los treinta, un momento que molesta a todos, pero para algunas mujeres puede ser más delicado, lleno de dudas y angustia.

Esta crisis, como sus signos, no te dice cuándo llegará. Puede ser a los 27, a los 29, exactamente a los 30, con 30 más o menos, e incluso hay quienes aseguran no haberlo pasado nunca, pero lo cierto es que, subrepticiamente o como una avalancha, de una forma u otra , siempre llega.

En el cuerpo, los primeros signos de madurez son casi siempre inevitables. La piel ya no tiene ese brillo, ese frescor ni la misma textura. Las ojeras comienzan a hacerse más evidentes y, si miras de cerca, ya puedes ver aparecer algunas líneas de expresión. Aquellos que anteriormente usaban una sola crema en todo el cuerpo tienden a comenzar a recolectar varios botes para propósitos específicos.

El diseño ya no es el mismo, y una invitación irresistible a una fiesta con mucha música, bebida y diversión no parece tan atractiva como una cama cálida. Hasta las rodillas empiezan a quejarse un poco cuando se las exige tanto en ese recorrido básico por el parque. Y para colmo, todavía está la balanza, que decide declarar la guerra dificultando aún más la misión de adelgazar.

Hay muchos cambios, sin embargo, los mayores cambios que ocurren en este período ocurren dentro de la cabeza de las mujeres. Después de todo, ya no puedes actuar como una niña o como una adolescente, pero al mismo tiempo todavía tienes un largo camino por recorrer para convertirte en una dama.

Si aún no ha llegado a esta etapa, es posible que le aterrorice lo que acaba de leer, pero no hay razón para entrar en pánico. Dejando a un lado las exageraciones, estos cambios son parte del proceso de maduración femenina, pero moverse entre estos territorios es tan natural como cumplir 20 o 40 años. Y por difícil que parezca a primera vista, es totalmente posible afrontar esta transición sin trauma y créanme, con mucho encanto.

El estigma de los 30 años fue inmortalizado en el siglo XIX por el escritor francés Honoré de Balzac, quien en el libro “As Mulheres de 30 anos”, destacó por primera vez la madurez femenina en la literatura. Fue entonces cuando apareció el término popular “Balzacian” para designar a las mujeres de esa edad. En el libro, el término se refiere a una mujer casada, infeliz y sometida a su marido, un hecho común para la mayoría de las mujeres en ese momento. Muy diferente de las mujeres balzacienses modernas que viven a un ritmo frenético.

Al luchar por la igualdad de derechos, las mujeres ganaron más libertad, autonomía, espacio en el mercado laboral, posición de liderazgo y reconocimiento, pero sus antiguos roles continuaron necesitándolas. Entonces, además de profesionales, necesitan ser buenas esposas, madres presentes, amas de casa ejemplares, amantes dispuestas y todo ello con una sonrisa en la cara, un cuerpo en forma, sin perder los conocimientos de moda, tecnología y si Me queda un poco de tiempo., de lo que pasa en la telenovela.

Es precisamente este exceso de obligaciones y acumulación de funciones lo que hace que cada vez más mujeres entren en la crisis de los 30. No es que no existiera en el pasado, pero eso solo sucedió alrededor de los 40, cuando comenzaron a sentirse viejos al ver a sus hijos salir de casa. En estos días, algunas mujeres de 30 años ni siquiera han decidido si están listas para ser madres. Los tiempos han cambiado, las prioridades se han revertido y entre tantas cosas por hacer, es difícil elegir a cuál dedicarse primero, lo que lleva a muchas personas a priorizar sus carreras, postergando los planes de maternidad.

Y entre este torbellino de emociones, he aquí, los 30 llaman a la puerta trayendo consigo un montón de interrogantes e inseguridades. Las mujeres solteras comienzan a cobrar por un matrimonio, las casadas analizan si son felices en sus relaciones, las que no han tenido un hijo están en una carrera contra el tiempo por la disminución de hormonas y profesionalmente, todas comienzan a cuestionarse si lo están en el camino correcto.

Es como si antes de los 30 todo fuera un ensayo y a partir de ahí todo se volvió definitivo y nada más podía salir mal, porque ya no hay posibilidades de equivocarse en la vida personal, amorosa o profesional.

De hecho, hacer balance puede ser positivo para identificar fallas pasadas e incluso para corregir errores, pero sobrecargarse de presiones y exigencias por el simple hecho de haber alcanzado cierta edad puede desencadenar graves conflictos e incluso depresión.

Es natural querer triunfar en todos los ámbitos de la vida, y más natural aún sentirse frustrado cuando no se alcanza una meta en un período predeterminado por la sociedad, pero lo ideal es afrontar todas las adversidades con calma y paciencia, porque, uno de los varios puntos positivos de haber vivido tres décadas es la sabiduría que se adquiere y la experiencia que nos hace comprender que la vida se compone de fases y que todas pasan de forma natural independientemente de nuestras elecciones.

Y como no hay salida, la mejor forma de superar esta etapa de la vida es afrontar el paso del tiempo como una señal más de que necesitas disfrutar cada minuto. Y no solo eso, en lugar de luchar contra algo inmutable, conformate, la eterna juventud vendida por el mercado de la belleza no existe, así como tampoco hace falta poner un plazo para ser feliz.

Entrar en los 30 como mostrando toda su sabiduría y seguridad, al fin y al cabo, las mujeres más inteligentes han aprendido en algún momento de sus vidas que saber disfrutar lo mejor de cada época es fundamental para sentirse felices todos los días, sin grillos y sin crisis.